“Hasta qué punto cambia históricamente el concepto de lo bello natural se muestra con la mayor claridad en que durante el curso del siglo XIX se le sumó un ámbito que, siendo un ámbito de artefactos, hay que considerarlo primariamente contrapuesto a él: el ámbito del paisaje cultural. Se sienten como bellas las obras históricas, a menudo en relación con su entorno geográfico, al que por ejemplo se pueden parecer por el material pedregoso empleado. En ellas no es central, como en el arte, una ley formal; rara vez están planificadas, aunque su orden en torno a la iglesia o a la plaza del mercado tiende a veces a algo de ese tipo, igual que las condiciones económico materiales a veces producen formas artísticas. Sin duda, no poseen el carácter de intangibilidad que la concepción habitual suele asociar a lo bello natural, A los paisajes culturales, la historia se les ha impreso como su expresión, la continuidad histórica como su forma, y los integran dinámicamente, tal como suele suceder en las obras de arte. El descubrimiento de esta capa estética y su apropiación por el sensorio colectivo se remonta al romanticismo, presumiblemente al culto de la ruina”.
Detalle del texto
Título | Sobre el paisaje cultural |
Autor | Theodor Adorno |
Fecha | - |
Fuente | Teoría estética, 2004, p. 91. |
Créditos | - |
Zona | - |
Tema | - |
Medio | Texto teórico |
Categoría | Ruina |
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