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Sobre el paisaje cultural

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�El paisaje cultural parece obtener su fuerza de resistencia m�s profunda cuando la expresi�n de la historia que se manifiesta est�ticamente en �l est� adobada con el sufrimiento real del pasado. La figura de lo limitado hace feliz porque no se debe olvidar la coacci�n de lo limitador; sus im�genes son su memento�.

Detalle del texto

T�tulo	Sobre el paisaje cultural
Autor	Theodor Adorno
Fecha	-
Fuente	Teor�a est�tica, 2004, p. 92.
Cr�ditos	-
Zona	-
Tema	-
Medio	Texto te�rico
Categor�a	Ruina

Etiquetas

paisaje cultural, historia, naturaleza, planificaci�n, belleza natural, expresi�n

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Tempo americano de la...

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�Cuando se nos ense�� a mirar con atenci�n rincones y tozos insignificantes de la ciudad con el ojo fotogr�fico �una caja de f�sforos junto a la rueda de un coche, un pedazo de puerta al sol, una pierna que sube la escalera, comprendimos que nuestros ojos est�n ciegos. No nos sirven nada m�s que como lazarillos para cruzar las calles,...

Ezequiel Mart�nez Estrada

�El r�o de la Plata antes de llegar al puerto se acicala por �ltima vez; viene desliz�ndose poderosamente desde las selvas primitivas; en seguida arroja a un lado los camalotes y se pone a maniobrar transatl�nticos. Deja, para internarse en el oc�ano con otras muchas cosas que se van, riberas gloriosas de belleza y denuedo. Primeramente se le crey� un...

Las cuatro caras

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Geograf�a, Naturaleza

�El pobre de otros pa�ses sobrelleva una pobreza hist�rica y hereditaria: en la pobreza hay tambi�n sus mayorazgos (�) Nuestro pobre ha fracasado, ha hecho un intento frustrado. Tiene verg�enza y nosotros lo despreciamos. Cuando el pobre ha perdido la posibilidad de ganarse el pan, cuando rueda al siguiente c�rculo infernal de la desocupaci�n, se convierte en un ser repulsivo;...

Los duendes de las...

Ezequiel Mart�nez Estrada
Arquitectura y Urbanismo

�Los domingos, al caer la tarde, llegan a las estaciones trenes cargados hasta rebosar, de excursionistas que han pasado el d�a en las riberas, refresc�ndose. Los trenes sueltan esa carga que vino api�ada, estruj�ndose uno contra otros, sudorosos, en los pasillos, en las plataformas, en los estribos. Un hacinamiento de seres humanos y todos los consiguientes contratiempos del alborozo. Cantan,...

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Sociedad, Recreaci�n

�El valle del Tempe, tan celebrado de los antiguos por su amenidad, era un peque�o territorio muy f�rtil y de clima benigno, situado en la Tesalia, parte de la antigua Grecia que hoy pertenece a la Turqu�a europea con el nombre de Romelia� Barthelemy, que redujo a breves y brillantes p�ginas cuanto los griegos dijeron de su Tempe, parece que...

El Tempe de Grecia

Marcos Sastre
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�La arqueolog�a� es, hasta hoy d�a, inapelable: hasta la llegada de los espa�oles en la costa sur del r�o, donde est� ahora Buenos Aires, y en sus inmediaciones, no hab�a nadie. �Lo que sobrevivi� a las �ltimas glaciaciones� hombre, animal o planta, evitaba invariablemente las proximidades llanas y anegadizas del r�o. �nicamente pululaba la fauna ambigua, h�meda y reptante de...

Juan Jos� Saer
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�Desprovisto de �rboles, de piedra, de fauna cineg�tica, de metales preciosos, en ese lugar siempre se estaba de paso. Era pobre no �nicamente por la ausencia de recursos que permiten sobrevivir, sino pobre en su aspecto, est�ticamente pobre, con los dos desiertos, el terrestre y el acu�tico, yuxtapuestos casi sin soluci�n de continuidad, como si en los l�mites de uno...

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�Tan ancho era el r�o que acababa de descubrir que, despu�s de haber probado sus aguas, Sol�s lo llam� Mar Dulce. Ese ox�moron prueba que, desde el lugar que abordaban, estaban dispuestos a aceptar de buena gana los prodigios. Debieron pasar varios siglos antes de que los europeos se decidan a descartar la leyenda americana, la ilusi�n de que lo...

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�Baudelaire le propon�a a su madre Caroline encuentros clandestinos en el Louvre� Era una invitaci�n irresistible, que se hace extensiva a quienquiera que la lea. Se puede responder a esa invitaci�n vagando por Baudelaire como por uno de los Salons sobre los que escribi� �o incluso como por una Exposici�n Universal. Encontrando de todo, lo memorable y lo ef�mero, lo...

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El Paseo de Julio

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La muerte y la br�jula

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�Ninguna otra ciudad, que yo sepa, linda con un secreto archipi�lago de verdes islas que se alejan y pierden en las dudosas aguas de un r�o tan lento que la literatura a podido llamarlo inm�vil. En una de ellas, que no he visto, se mat� Leopoldo Lugones, que habr� sentido, acaso por primera vez en su vida, que estaba libre,...

Las islas del Tigre

Jorge Luis Borges
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�La v�a larga, estrecha y obscura se extend�a ante �l, bordeada por tenduchos s�rdidos, por cafetines y tabernas llenas de musiquillas que nunca enmudec�an. �Veinte idiomas chocaban bajo las arcadas sombr�as; �speras figuras vagaban sin cesar por la v�a misteriosa. Hombres de todas las razas se codeaban all�. Los aventureros andrajosos que salieron del vientre de las naves parec�an haberse dado...

Las cigarras del hambre

H�ctor Pedro Blomberg
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�Fue para m� un deslumbramiento miliunanochesco, y me sent� m�s de una vez en una sola pieza, Simbad y Marco Polo, Aladino y Salom�n, mandar�n y daimio, siam�s y cowboy, gitano y mujik; y en ciertas noches contemplaba cerca de la torre Eiffel, con ojos despiertos, panoramas que s�lo hab�a visto en sue�os�.

Historia de mis libros

Rub�n Dar�o
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�Buenos Aires: Cosm�polis. Y ma�ana�.

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�En cuanto al a�o, no caben dudas: 1919. Los muchachos no sab�an qu� hacer y dec�an que en la ciudad no hab�a un alma, porque algunos amigos ya estaban veraneando. Salcedo convino en que el Parque Japon�s quedaba cerca. Agreg�: -Ser� cosa de ponerse el rancho e ir en fila india, buscando la sombra. -�Est�n seguros de que en el...

Adolfo Bioy Casares
Recreaci�n

�15 de diciembre de 1930. Mis amigos y sus esposas nos han invitado a Consuelo y a m� a pasear por el Parque Japon�s. Hab�a all� gran cantidad de gente, especialmente ni�os. Me atrajo su construcci�n con moderados toques de exotismo oriental. Hay en el centro un Lago Menor y un Gran Lago, y ante ellos, se levanta una r�plica...

Visita al Parque Japon�s

Antoine de Saint-Exup�ry
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�Los actos del hombre que algo construye o fabrica, no se preocupan de �todas� las cualidades de la sustancia que modifican, sino de algunas no m�s. Lo que a nuestro fin bastare, eso es lo que nos importa. (�) �El hombre fabrica por abstracci�n; ignorando y olvidando una gran parte de las cualidades de lo que emplea. (�) �El artesano no puede llevar a...

Eupalinos o el...

�Esta frontera de Neptuno y la Tierra, sin tregua disputada a las deidades rivales, lugar donde es dado el comercio m�s f�nebre e incesante. Lo que la mar rechaza, lo que no puede retener la tierra, los restos de abandonos enigm�ticos; los miembros pavorosos de las naves dislocadas, negros como el carb�n, y con viso de quemados por el agua...

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�La sagacidad criminal�stica, unida a la amable negligencia del �fl�neur�, da el boceto de Mohicans de Paris, de Dumas. Su h�roe se resuelve a entregarse a las aventuras persiguiendo un jir�n de papel que ha abandonado a los juegos del viento. Cualquiera que sea la huella que el �fl�neur� persiga, le conducir� al crimen. Con lo cual apuntamos que la...

El Par�s del Segundo...

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�La forma de una ciudad, cambia m�s r�pido, por desgracia, que el coraz�n de un mortal�.

Sobre algunos temas en...

Walter Benjamin

�En la coordinaci�n de naturaleza y esp�ritu suele seguirse una jerarqu�a c�smica que considera la naturaleza como el cimiento, la materia primera o a medio elaborar y el esp�ritu como la cima y la corona, como actividad que imprime la forma definitiva. Pero la ruina invierte este orden, puesto que en ella el acabado producto espiritual sucumbe ahora a las...

�Ninguna de las reflexiones est�ticas (de Baudelaire) ha expuesto lo moderno en su imbricaci�n con la antig�edad tal y como ocurre en ciertos poemas de Les fleurs du mal. Entre ellos est� en primer lugar el poema �Le cygne�. No en vano es aleg�rico. Esta ciudad, que est� en constante movimiento, se pasma. Se hace quebradiza como el vidrio, pero tambi�n,...

El Par�s del Segundo...

Walter Benjamin
Arquitectura y Urbanismo

�Hasta qu� punto cambia hist�ricamente el concepto de lo bello natural se muestra con la mayor claridad en que durante el curso del siglo XIX se le sum� un �mbito que, siendo un �mbito de artefactos, hay que considerarlo primariamente contrapuesto a �l: el �mbito del paisaje cultural. Se sienten como bellas las obras hist�ricas, a menudo en relaci�n con...

Sobre el paisaje...

�La impresi�n de la fealdad de la t�cnica y del paisaje industrial no est� explicada suficientemente desde el punto de vista formal, aunque por lo dem�s puede seguir d�ndose en las formas final�sticas elaboradas puramente e �ntegras est�ticamente en el sentido de Adolf Loos. Esa impresi�n se remonta al principio de violencia, de lo destructivo. Los fines establecidos no est�n...

La categor�a de lo feo

�Que la subjetividad que produce emp�ricamente y su unidad no son lo mismo que el sujeto est�tico constitutivo e incluso que la cualidad est�tica objetiva lo testimonia la belleza de algunas ciudades. Perugia o As�s muestran la medida m�xima de forma y coherencia de la figura sin pretenderlo, aunque no se puede infravalorar la participaci�n de la planificaci�n en lo...

Paralip�menos

�Lo bello natural presuntamente ahist�rico tiene su n�cleo hist�rico; esto lo legitima, igual que relativiza su concepto. Donde la naturaleza no estaba dominada realmente, asustaba la imagen de su indomitud. De ah� la extra�a preferencia por los �rdenes sim�tricos de la naturaleza. La experiencia sentimental de la naturaleza ha disfrutado de lo irregular, de lo no esquem�tico, en simpat�a con...

Conexi�n entre lo bello...

�Lo bello natural de la naturaleza que aparece est� comprometido por el rousseaunismo del retournons. Hasta qu� punto se equivoca la ant�tesis vulgar de t�cnica y naturaleza lo deja en claro el hecho de que precisamente la naturaleza no suavizada por el cuidado humano, la naturaleza por la que no ha pasado ninguna mano humana, las morenas y escoriales alpinas,...

Deformaci�n hist�rica de...

�Lo mejor, lo que se olvida, se recuerda y encierra en la botella, como la sibila de Cumas. Pero al hacerlo as� se convierte en lo peor: �Quiero morir�, y se le niega. Una maldici�n cae sobre la eternizada caducidad�.

Apuntes sobre Kafka

�Por naturaleza entendemos la conexi�n sin fin de las cosas, el ininterrumpido producir y negar de formas, la unidad fluyente del acontecer que se expresa en la continuidad de la existencia temporal y espacial. Si designamos algo real como naturaleza entonces mentamos o bien una cualidad interna, su diferencia frente al arte y lo artificial, frente a lo ideal y...

Filosof�a del paisaje

�Se ha perdido la clave que interpretaba las enigm�ticas im�genes. �stas mismas, como se dice en el barroco poema sobre la melancol�a, �tienen que ponerse a hablar�. �La intenci�n de Benjamin era renunciar a toda intenci�n manifiesta y hacer que las significaciones se impusieran simplemente por el montage contrastado del material (�) Para coronar el antisubjetivismo, la obra entera ten�a que...

Caracterizaci�n de...

�El t�rmino �atlas� (�) ha sido definido desde fines del siglo XVI como un formato de libro que compila y organiza el conocimiento geogr�fico y astron�mico. Sabemos que este formato recibe su nombre de una colecci�n de mapas de Mercator, de 1585, que ten�a una portada en la cual se mostraba una imagen de Atlas, el tit�n de la mitolog�a...

Benjamin Buchloh
Im�genes de referencia

�Pienso tambi�n en aquel estrato oscuro de cosas inertes sobre el cual los antiguos fundaron sus ciudades: tumbas enterradas, cuerpos momificados, huesos. Michel Serres dice que el pensamiento y el habla han suplantado la oscuridad de las cosas con el fin de encontrar nuevos fundamentos para el mundo. �l nos recuerda que �vinimos de las cosas antes de que...

Partes de la invenci�n

Silvyane Agacinski

��La misma afici�n por los monumentos conmemorativos satisface el deseo de confiar la memoria a huellas materiales, para liberarnos mejor del pasado�.

"El sabor anticipado del...

Silvyane Agacinski

��A diferencia del dibujo, es en verdad al hic et nunc de su �tema� a lo que remite la foto en cuanto huella de luz sobre la pel�cula. La fotograf�a no puede sino conservar esa huella: su autenticidad no residen en la capacidad de rehacer ni de reproducir cosas; su �mbito no es la permanencia sino el ef�mero fen�meno luminoso....

La reproducci�n...

Silvyane Agacinski

�Y es en verdad como huella material, �ndice objetivo irrecusable de algo que, en un instante preciso, fue captado por una c�mara y todav�a ahora puede ser captado por nuestra mirada, por lo que la foto es conmovedora��

La reproducci�n...

Silvyane Agacinski

�Al detener el tiempo, al fijar la impronta de las cosas en una imagen inm�vil que la mirada puede ahora explorar, toda foto ofrece, siempre, lo nunca visto. Y lo nunca imaginado, porque si con esto se entiende una capacidad del esp�ritu, la imaginaci�n no puede sacar de s� misma lo que da la impronta de un cuerpo luminoso sobre...

La reproducci�n...

Silvyane Agacinski

�La conservaci�n de las huellas favorece la rememoraci�n y el olvido a la vez. La huella material sostiene la rememoraci�n subjetiva de experiencias antiguas, pero la memoria se descarga en seguida de la preocupaci�n de la conservaci�n exterioriz�ndose en soportes materiales�.

La �poca de los...

Silvyane Agacinski

�La ruina aut�ntica no debe entenderse como una esencia ontol�gica de las ruinas, sino m�s bien como una constelaci�n significativa tanto conceptual como arquitect�nica que apunta a momentos de decadencia y disgregaci�n ya presentes en los comienzos de la modernidad en el siglo XVIII. El imaginario de las ruinas no fue el resultado final de la modernidad, sino que...

El delirio por las...

Andreas Huyssen

�El rasgo de decadencia, erosi�n y vuelta a la naturaleza crucial en las ruinas del siglo XVIII y sus encantos rom�nticos, se elimina cuando las ruinas aut�nticas son desinfectadas y empleadas como escenario para una �pera al aire libre�; cuando las ruinas de un castillo medieval o de mansiones decadentes de siglos posteriores son restauradas para convertirse en sedes de...

El delirio por las...

Andreas Huyssen

�Ahora llagamos a la cuesti�n fundamental de todo atlas: �de qu� hay que trazar un mapa? Respuesta evidente: de los seres, los cuerpos, las cosas� que no se pueden concebir de otra forma. �Por qu� no dibujamos nunca, efectivamente, las �rbitas de los planetas, por ejemplo? Porque una ley universal predice sus posiciones; �de qu� nos servir�a un mapa de...

Serres, Michel Serres
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�La elecci�n de Claude Lanzmann para su film Shoah fue prohibirse toda imagen que hubiera tratado de mostrar el exterminio mismo o de darle una representaci�n visible� Y sin embargo algunas im�genes son importantes� por ejemplo la de los rieles de la estaci�n de Sobibor. El director, al filmarlos, se hace repetir por los testigos que los rieles son �absolutamente...

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